Allí quedó,
con su alma afligida,
llorando,
la pérdida,
de su amada.
Más duro fué,
su dolor,
al saber,
que ella,
le dejó de amar,
sin motivos,
sin respuestas.
Sólo,
unas breves palabras,
le dijo,
"mis sentimientos,
ya no son,
los mismos",
que resonaban,
sin cesar,
en dolorosos ecos,
en su conciencia.
Cabizbajo,
triste,
con el corazón,
roto en mil pedazos,
caminaba,
pensativo,
preguntándose,
qué hizo mal.
"La he perdido",
se decía,
una y otra vez,
"La he perdido,
para siempre".
Tras sus pasos,
unas gotas,
caían al suelo,
lágrimas de dolor,
intenso,
que por sus mejillas,
se tiraban,
al vacío,
estrellándose,
contra el suelo,
desahogando,
su llanto silencioso,
aguantando,
la profunda herida,
que le desgarró,
su alma sensible.
"Adiós,
amada mía,
qué tiempo tan hermoso,
he perdido,
queriéndote,
sin sentido".
Gonzalo Bautista, Mayo de 2010.