domingo, 14 de junio de 2009

"EL ARBUSTO DE LA MENTA".


Andaba yo peleándome con las ramas de los arbustos y la descontrolada maleza que había invadido el sendero, que no me dejaba caminar con soltura. Tenía que agacharme con frecuencia, esquivar muchos obstáculos, y apartar con mis manos las ramas que se cruzaban ante mí.
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De pronto, y sin esperármelo, me percaté de un fuerte olor a menta. Un aroma único y embriagador que reinaba poderosamente en el ambiente. Y busqué a un lado y a otro para intentar descubrir su origen.
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Y allí estaba. Una impresionante planta de menta como nunca jamás había visto en mi vida. Una planta de tronco leñoso y con un gran ramaje e innumerable cantidad de hojas. Me superaba en altura y su frondosidad era sorprendente. Guardé silencio durante unos instantes y la observé con mucha atención. Agudicé mis oídos y noté muchos ruiditos y zumbidos.
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¡¡ Vaya ¡! – me dije- ¡cuántos insectos! , ¡qué barbaridad! , parece que se van a comer la planta en un momento. Creí que en cuestión de pocos minutos, iba a ser devorada por todos aquellos bichitos. Habían moscas, mosquitos, hormigas, gusanos, mariposas, polillas, pulgones, y no sé cuántos más.
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Las otras plantas que estaban a su alrededor, pasaban totalmente desapercibidas para aquel multitudinario ejército de invertebrados. Y allí la dejé, junto al sendero, para proseguir mi camino.
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Años más tarde, volví a pasar por aquel lugar, y comprobé que la planta sobrevivió al paso del tiempo y aún seguía siendo acosada por infinidad de bichitos. Y seguía dando aquel intenso olor tan agradable y relajante.
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Y, claro está , se trata de una especie vegetal con un alto poder medicinal. Y seguramente acudían allí a curarse sus males y alimentarse.
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Había nacido junto a un sendero, casi abandonado, en un lugar húmedo y sombrío, protegido por enormes pinos, grandes matorrales y una gran roca. Y seguro que en época de lluvias, recibía mucha humedad, ya que su tallo quedaba medio metido en el agua, por estar en medio de un barranquillo.
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Y así sobrevivió mucho tiempo. Escondida. Feliz.
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Gonzalo Bautista, Mayo de 2006

7 comentarios:

Pluvisca dijo...

Precioso relato Gonza.

La menta es una planta que me gusta mucho, su aroma...bufff, me hace evocar a Marrakech con sus tes a la menta y ese olorcillo tan especial.

Besos

Flautista de Neón dijo...

A mí también me gusta esta planta. Su aroma es especial.

Un abrazo Pluvisca.

maria dijo...

Hola Gonza, me paso de puntillas por tu blog despues de un tiempo de tenerte "abandonado".

Leyendo tu escrito, precioso por cierto (que bien escribes pol diós)me ha llegado la fragancia de la menta a través de la pantalla, es un olor que embriaga los sentidos.

Si fuera un bichito tendría mi morada cerca de ella.

Un abrazote duende isleño.

Flautista de Neón dijo...

Hola María, qué alegría verte por este rinconcito de mi vida.
La verdad, es que se agradece que te pases de vez en cuando.

Un abrazo fuerte para tí.

Tita dijo...

¡¡Quién fuera bichito, para vivir siempre en un arbusto escondido y protegido de menta!!

Precioso Duende

Flautista de Neón dijo...

Gracias Tita. Sabes?, Nunca había visto tantos bichitos juntos.

Un abrazo.

Tita dijo...

Lo curioso es que no lo estropeen ¿verdad?

Debe ser como el amor, que se multiplica cuanto más dá. Como el arbusto de la menta.